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El 3 de mayo de 1985 un derrumbe acabó con la casita de madera donde mis papás criaban a sus 3 hijos en el barrio El Crucero en Nariño Antioquia. Durante 1 año vivimos en la casa de “Doña Nena” y luego en la de mi abuela en la Quiebra de San Juan. Después de un tiempo mis papás deciden devolverse al pueblo a “invadir” un lote baldío en el sector El Cárcamo.

A media noche mi papá tumbaba monte, mi mamá armaba el parapeto de lo que sería la casa, mi hermano Giovani (QPED) ayudaba a mis papás, mi hermanito Juan dormía en un cambuche que le armaron en el rastrojo, mientras que yo, con tan solo 5 años, alumbraba a mis papás con una caperuza y les pasaba los clavos.
Al día siguiente, con los primeros rayos del sol, se evidenció a bordo de carretera lo que para muchos era un “Rancho” forrado en cartón y madera, pero para la familia Morales Orozco era una obra de arquitectura construida por ellos mismos.
Después de esto comenzó una larga historia en la que, en varias oportunidades, intentaron desalojarnos (lo que era apenas obvio), pero que cada vez tomó más fuerza porque detrás de nosotros llegaron más y más familias a construir casitas de cartón y madera; las mismas que fueron tomando forma hasta consolidar lo que hoy se conoce como Barrio El Progreso.

Luego de conseguir el permiso para quedarnos allí, mi mamá aprendió a hacer adobes, mi hermano y yo cargamos arena y mi papá hizo la mezcla. Con esa “alianza constructora” se levantaron las primeras paredes de “material” con las que contó mi casa. Por supuesto, gracias a las almas caritativas que nos donaban cemento, arena, tejas, varillas y demás elementos para “mejorar la casa”. Además, mi mamá Margarita Orozco Escobar se dedicó a vender empanadas, rifar cobijas, cubrelechos y hasta un pollo asado, para recoger fondos que le permitieran mejorar su casa, mientras mi papá hacía lo propio “jornaliando” en fincas.

Hoy, cuando por épocas de pandemia se extrañan tantas cosas, quería contarles que yo extraño mucho a mis papás y a esta casa: La Materna y Paterna.
Posdata:
*Ya por fortuna todas las casas del barrio El Progreso están legalizadas y con los papeles en regla.
*Cuando mis colegas Periodistas dicen en sus informes que “desalojaron a las personas de sus ranchos” a mi me da rabiecieta, porque para esas familias no son ranchos, son casas.
Por: Óscar Morales Orozco @periodistamora