Hace pocos días tuve la oportunidad de estar en un encuentro de alcaldes y gobernadores de todo el país, y me quedé sorprendido al ver la cantidad de mandatarios que iniciaron en enero sus periodos y que no superan los 30 años; incluso, vi a varios a quienes prácticamente los doblo en edad. Imposible no hacerse la pregunta de muchos ¿tan jovencitos si van a ser capaces?
Y es que a decir verdad, toda la vida hemos escuchado la frase aquella de que “juventud es sinónimo de inexperiencia”, pero al detenernos a revisar las realidades de los sectores productivos, industriales, creativos, tecnológicos y comunicativos, entre otros, vemos que en las últimas dos décadas han sido las nuevas generaciones las que han tomado las riendas con ideas innovadoras, revolucionarias, intrépidas, e incluso, irreverentes. Así las cosas, la política no podía ser la excepción.
Freddy Orlando Ricardo Cantillo, cumplió 18 años el año anterior y de inmediato se convirtió en el alcalde de Ovejas, Sucre. Santiago Daza, actual alcalde de San Carlos, es el gobernante más joven de Antioquia con apenas 26 años. Erika Cardona, la alcaldesa de Nariño, también es una de las mujeres gobernantes más jóvenes del país. Los concejales Paula Gallego de El Santuario y Miguel Ángel Bedoya de Marinilla son los concejales más jóvenes del país con tan solo 18 años, mientras que Juan Diego Patiño, gobernador de Risaralda, tiene 34 años y es uno de los más jóvenes de Colombia.
Los anteriores son algunos de los nombres que aparecen en la larga lista de Alcaldes, Gobernadores, Diputados, Concejales, e incluso Congresistas, que han demostrado en las urnas que la edad no tiene que ser un condicionante para lograr el favor popular y convertirse en los representantes de sus comunidades; además, con el paso de los meses en sus curules y cargos han ido dejando evidencia de que no sólo son apasionados en sus papeles, sino que vienen cargados de propósitos renovadores. Con varios de ellos he hablado y he conocido a través de entrevistas o diálogos desprevenidos, de sus planes de transformación y evolución.
No obstante, es preciso anotar que no todo tiene que irse a los extremos: “Ni tanto que queme al santo, ni tan poco que no lo alumbre” decían los abuelos. Soy un convencido de que en todos los procesos, incluidos los políticos, es necesario combinar la juventud con el bagaje; que los pelaos se mezclen con los veteranos, y que entre ambas generaciones se compartan experiencias, ideas, planes y visiones; tal y como viene ocurriendo en el Concejo Municipal de Rionegro, donde el veterano concejal Omar Monroy no se deja amilanar de sus jóvenes compañeros concejales, y por el contrario los rodea en su quehacer como corporados, mientras que ellos le reconocen su trayectoria; no se trata de “pagar el derecho de piso”, pero sí de reconocer los caminos que otros labraron para que los que viene detrás puedan recorrerlos.
Por: Oscar Morales Orozco
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